Sí, nuestra comida puede tener un gran impacto en el planeta y eligiendo una dieta más ecológica podemos ser mucho más responsables con la naturaleza, nuestro entorno y nuestro cuerpo. Incluso la FAO ha indicado la importancia de cambiar a una dieta sostenible a nivel global. En temas de alimentación no se puede generalizar, cada persona según su estilo de vida, condición física, estado de salud, posibilidades económicas o ética personal requiere una dieta diferente. Sin embargo, hay algunas pautas sencillas que todos podemos seguir para comer más sano y más ecológico.
Dieta sostenible: descubre las claves y empieza a cuidar la naturaleza
Menos productos envasados y más frescos:
Basar nuestra alimentación en productos frescos es más sano y más sostenible. Aunque algunos envasados también son buenos para la salud, por ejemplo las legumbres cocidas, la mayoría de los alimentos envasados necesitan más energía para producirse y son peores para nuestro cuerpo. No hace falta demonizar, la clave es priorizar los frescos y completar con los envasados.
Productos de proximidad:
Mejor cuanto más cerca se produzca, con tu compra de proximidad estarás apoyando a productores locales y su transporte requerirá mucha menos energía. Si lo pensamos bien no tiene mucho sentido enviar alimentos en avión o barco al otro lado del océano de forma habitual.
Frescos de temporada:
Tanto si hablamos de vegetales como de pescados, estar atento a las temporadas es muy positivo para el medio ambiente y también para nuestro paladar. Piensa en el sabor del tomate o las naranjas de temporada comparados con el resto del año. Si en nuestra zona geográfica esa fruta o verdura no está en temporada, su transporte de zonas lejanas o su producción en invernaderos requerirá más energía de producción. En el caso de los pescados el daño es aún peor. Si consumimos especies que están en proceso de reproducción podemos causar un daño irreversible. De hecho en la actualidad hay varias especies en peligro de extinción por el abuso en su consumo, como el atún rojo.
Apuesta por agricultura orgánica:
Esta se diferencia de la convencional en que no utiliza pesticidas, fertilizantes o herbicidas perjudiciales para el suelo, los agricultores, el entorno o los consumidores. Es cierto que lavando bien las verduras el consumidor no tiene por qué ingerir los químicos que se utilizan en la agricultura no orgánica, pero el daño al medio ambiente en las zonas de cultivos es inevitable. La agricultura masiva afecta al ecosistema por su daño a insectos polinizadores, bacterias y pequeños animales del suelo. Incluso a las personas que trabajan en ellos pueden verse afectadas. Además, estropea el terreno de cultivo a medio y largo plazo, haciendo a los agricultores cada vez más dependientes de fertilizantes. Por eso, si podemos, para una dieta sostenible es mejor elegir vegetales cultivados con responsabilidad y de forma orgánica.
Menos carne y más vegetales:
Las dietas veganas y vegetarianas son mejores para el medio ambiente, sin embargo, si no queremos dejar de comer carne o pescado, reducir su consumo ya es un paso positivo para el medio ambiente. La ganadería masiva es una gran fuente de gases contaminantes para el planeta y no respeta en absoluto a los animales. Además, la alimentación de animales en sus granjas industriales provoca graves daños en zonas naturales como por ejemplo en la Amazonia, donde a día de hoy se siguen eliminando zonas de bosque para plantar soja para la industria ganadera. Si consumes carne, puedes contribuir limitando tus raciones semanales y comprarla de proximidad y de pequeños ganaderos responsables. Si te da miedo no consumir suficientes proteínas, los estudios indican que en dietas vegetarianas o veganas rara vez hay deficit proteico, por cierto, las legumbres, los frutos secos o el tofu, son buenas fuentes de proteínas vegetales.
Huevos y lácteos de animales que viven en libertad:
Y si comemos carne y pescado también. No contribuir con la ganadería industrial es siempre bueno para el medio ambiente y para la vida de los animales.
Compra a granel con tus propios envases y bolsas:
El plástico es una de las basuras que más daño están causando a nuestro planeta en los últimos años así que si puedes evítalo en tu compra de alimentación.
Evita o reduce al máximo los ultraprocesados:
Las carnes procesadas (embutidos, salchichas…), la comida precocinada (pizzas congeladas, platos preparados…) y los snacks procesados con paquete de plástico (patatas fritas, chocolatinas, bollería…). Cualquier médico o nutricionista desaconseja consumir este tipo de alimentos por ser perjudiciales para tu salud y además son una fuente de contaminación tanto de plástico, por sus envases, como por su producción. Estos productos se elaboran en su mayoría se da en una industria masiva que no se preocupa por el medio ambiente y es una gran emisora de CO2 y otros contaminantes.
Todos los puntos contribuyen a hacer tu alimentación mejor para el planeta y, por tanto, para las personas. Pero si te parece que te hemos dado demasiada información, te resumimos en una frase la clave para una dieta sostenible y sana: apuesta por una dieta basada en vegetales frescos y de proximidad, reduce el consumo de productos animales y olvídate de los procesados.